El dolor de la caída


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Mucho se habla de lo que motiva a una persona a emprender una idea de negocio, que luego se transformará en una empresa; pero poco se dice de lo doloroso que son los fracasos.

Lo que nos lleva a comenzar, son nuestras ganas, sagacidad, el hecho de decir “Esto es mío” y “Lo hice yo”, mirando solamente el escenario optimista, dentro de varios posibles, ya que nuestro “Si se puede” nos ciega, impidiéndonos ver que los resultados pueden ser otros.
Una vez en marcha, se realizan distintas acciones que no siempre resultan: te asesoran amigos con nuevas ideas; te amparas en tu conocimiento científico; dedicas parte de tu tiempo a estar informado sobre economía y negocios; lees historias de empresarios exitosos, etc. Pero nunca pensaste que te iba a ir mal, que muchas veces decimos “No había negocio” en lo que estábamos haciendo, y con esto, gran parte de las personas se conforman…. Yo hablo que cuando “Me fue mal” es por errores de gestión propios!!”

En este punto, el “optimista e inmortal hombre de negocios” padece el dolor, ese dolor que es inexplicable, que no hay palabras para ni si quiera empezar a contar de que se trata. Es cuando duele el orgullo, porque ¿cómo te iba a ir mal si sabías tanto? ¿Si estabas súper preparado?

Ese dolor en el alma, es difícil superarlo, ya que no hay nadie a quien culpar; tenías a toda tu familia apoyándote en todo; a tus amigos que confiaban en vos y te alentaban; a un montón de proveedores que eran tus amigos, que te daban altas cifras de crédito; personas “Que siempre iban a estar con vos”……. Te aseguro que duele y mucho !!

En definitiva, lo que cuesta es perdonarse a uno mismo por los errores cometidos, y a que el orgullo empiece a cicatrizar. En todo este proceso de perdón estás solo, porque los “Proveedores amigos” ahora te señalan con el dedo, y “Sos el peor de todos””. Esas personas que siempre iban a estar con vos, ya no tienen tiempo para
escucharte.

En el Autoperdón solo hay 2 pilares: El primero y más importante es La Familia, esa que siempre estuvo y que sigue depositando toda su confianza en vos; y el segundo son Los amigos, esos que se cuentan con los dedos de una mano, los que te dicen “Yo tengo un solo calzón, pero si tuviera algún dinero, seguro lo invertiría con vos.”
El proceso es lento, pero se puede, y se comienza a sentir que estamos más contentos de lo que creíamos, porque la perdida material fue una gran victoria. “CUANDO GANO, SOY BUENO; CUANDO PIERDO, APRENDO” por Gastón Suppo. Contador Público, Master en Negocios.

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